Dicen que en estas cuevas, situadas bajo la iglesia de San Cebrian, en la plaza de Carvajal, el Diablo en persona impartía en secreto clases de todas las artes ocultas: desde astronomía a nigromancia. Estas clases, impartidas tan sólo a siete alumnos, costaban relativamente caras, pues el Príncipe de las Tinieblas, exigía como pago por sus enseñanzas el conservar a uno de los pupilos, elegido al azar, sobre el cual recaían todas las penas infernales por el pecado del conjunto de los siete alumnos.
Uno de los pupilos más conocidos fue el Marqués de Villena, el único que escapó de la terrible suerte al haber sido él el elegido para pagar perdiendo solamente su sombra en monos del Diablo. Por eso, también en Salamanca, se erige una torre en su nombre: la Torre del Marqués de Villena.
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